AMEZKETA-UGARTE
Amézqueta dista de Alegría seis kilómetros y medio. La carretera que une las dos villas está trazada, en todo su recorrido, junto al río, homónimo suyo. Se abrazan y se entrecruzan con frecuencia. No existe otra posibilidad por falta de espacio.
Puesto que ambos discurren en una estrechísima cañada. El río rebasa el pueblo perdiéndose en el Aralar, pues nace no lejos de la cima de Irumugarrieta, a 1.400 altura y la carretera finaliza en él.
Se dijo con orgullo y precisión que «Zarauz, antes que Zarauz».También podría decirse que el linaje de los Amézquetarras existió antes que él pueblo y que, seguramente, tuvo su originen él.
El dato más antiguo que nos ofrece absoluta garantía histórica, se remonta al año 1373. Este año, siendo Amézqueta Universidad, se acogió voluntariamente a la jurisdicción de la Villa de Tolosa. La escritura de concordia estableció que, si bien se sometía a su jurisdicción, mantenía sus limites propios, montes, rentas y administración independiente. También conservaba Ayuntamiento propio formado por el Alcalde, dos Regidores y un Síndico.
Pero andando el tiempo, soplaron vientos de independencia, que alcanzaron a los amezquetarras. Estos solicitaron del Rey Felipe III la concesión del villazgo y la plena jurisdicción.
En febrero del año 1615 el monarca concedió a Amézqueta la categoría de Villa con jurisdicción sobre lo civil y criminal y el titulo de Noble y Leal. Adoptó como escudo de armas un antiguo sello concejil, que representa un árbol. Su Ayuntamiento quedaría aumentado en dos diputados del común y un sindico
Personero.
La hacienda Real acostumbraba a cobrar una cantidad por la concesión de los villazgos. En este caso se tasó en 25 ducados por cada vecino. El número de vecinos era de 303 y 43 vecinos dudosos. La cantidad era la acostumbrada, pero sucedió que el nuevo municipio no contaba con fondos para hacer frente a la demanda real.
Conocidas estas circunstancias por el Monarca, autorizó que se hiciera el pago de esta contribución especial del modo siguiente: los dos tercios se obtendrían del producto de la «sisa. en los mantenimientos que en ella y sus términos y jurisdicción se vendieran, excepto en el pan cocido: el otro tercio sería repartido entre los vecinos ».
Lo de la sisa no dio el resultado esperado «por no tener gasto, ni comercio y que los vecinos Della hacen provisión para sus casas por mayor para todo el año.
El Alcalde, queriendo saldar la deuda cuanto antes, propuso vender algunas parcelas comunales, que comprendían varios Castañales y robledales en el término de Lamategui.
El Rey, para que todo estuviera en orden, obligó a llevar un Libro de registro en el que se detallaran los terrenos vendidos, nombre de los adjudicatarios y el producto de la venta.
El procedimiento dio resultado. En el mes de abril de 1617 se firmó la Carta de Pago Por valor de los 2.630.262 maravedises. Que había costado disgregarse de Tolosa y constituirse en Villa.
No fue ésta la única ocasión en que los amezquetarras tuvieron que enajenar sus bienes comunales para realizar pagos, por presiones que se ejercían sobre ellos, desde el exterior, y por intereses más o menos ajenos a los suyos particulares.
Como consecuencia de la invasión napoleónica, tuvieron que contribuir a los gastos que ocasionó el paso de las tropas de Bonaparte por la provincia. Esto puede extrañar, considerando la situación geográfica de la villa, que se encuentra alejada de los caminos por donde se llevó a cabo el fenomenal trasiego. Pero así fue. El secretario de la villa, Joseph de Arrataca detalla cumplidamente el número de ventas que se realizaron a lo largo de los años 1809 al 1812, con la finalidad de allegar fondos con que pagar los gastos ocasionados por el paso de las tropas francesas.
Dice el secretario que la villa recibió dos escritos de la Diputación de la Provincia «en los que exponiendo su decadente estado y falta de medios económicos para pagar las obligaciones contraídas con motivo del tránsito de las tropas francesas, le comunicaba a saber, por el primero, que había repartido entre sus pueblos doscientos mil reales de vellón…y en el segundo haber repartido de nuevo dos millones de reales…».
Amézqueta se encontraba también, en esta ocasión, sin recursos, y decidió vender tierras que tenia arrendadas y terrenos comunales. Se enajenaron 443 parcelas lo que equivalió, según un cálculo realizado por Jesús Elósegui a 20 Ha. 43 a. traducido a pesetas actuales, la venta ascendió, según opinión del mismo investigador, a unos seis millones.
La mayor, parte de los que adquirieron los bienes en subasta. Además de los terrenos se subastaron una casa y dos molinos. Fueron amezquetarras, aunque hubo compradores de Leamburu, Tolosa, Alquiza, etc.
Por el mismo secretario Joseph de Arrataca sabemos que, a finales del año 1809 se produjeron unos graves disturbios y perjuicios causados por bandas de malhechores. los regidores y miembros del cabildo civil, se resolvieron atajar el mal y actuar con mano dura, acordándose nada menos que lo siguiente:
“…para hacer frente a las perturbaciones de la tranquilidad que aparecen frecuentemente… se traigan veinte fusiles, a fin de que repartiéndolos por medio del señor alcalde entre aquellos sujetos de mayor confianza… se haga la defensa competente…”.