LA PARROQUIA

El año 1547 se concertó una escritura con el maese Juan da Ocarriztia, para construir una capilla y la sacristía. Pero en vista de que este cantero no llevaba las obras a satisfacción de los patronos, se hizo una nueva escritura -que otorgó don Juan López de Amezquéta Yarza y Alzaga, Señor de estas casas y Patrono de la Iglesia, junto con el Rector don Martín de Amézqueta alcalde don Juan de Ugarte- anulando la escritura de 1547 y haciendo devolver a Ocarriztia los 472 ducados que le entrega para, comenzar la edificación. Esta escritura lleva fecha de 1 de junio de 1550.

Un nuevo convenio, 12 de julio de 1556, adjudica las obras a los hermanos Miguel y Juan de Sarastume, vecinos de la villa cuales alzaron las paredes de la cabecera, Hay otra escritura del año 1574 en la que firma, el curador del Palacio Amézqueta; don Juan de Borla, embalador por S. M. en Portugal y en ella nuevamente se otorgan a los Sagastume las obras de cierre de las paredes con tejado completo, capillas y bóvedas, con piedra buena de toba o ladrillo» y la pintura de interior. Sagastume murió el ano 1589 y su obra fue tasada por peritos en1877 ducados, de los que habla que descontar 45 ducados, valor de los despojos que tomó de la obra vieja.

El 27 de diciembre del mismo año se puso en almoneda la continuación de la obra de Sagastume, pero no se presentó ningun postor. En la nueva subasta que se realizó el 14 de enero de 1590 ante don Juan López de Laurgain y Amézqueta, Patrono,sepresentaron varios maestros canteros y fueron adjudicadas al maese Andrés de Ibarrolaburu, vecino de Segura. Este se aso-ció con su paisano Joanes de Iriberri y ambos terminaron su obra para el año 1595.

En 1611 se contrató al maestro cantero de Asteasu, Domingo de Ibeaga, sin contar para nada con el Patrono y vecinos, por lo que éstos se querellaron, dando origen a un pleito en la Curia de Pamplona. Pero parece ser que ambas partes llegaron a un buen acuerdo, pues «al siguiente año encomendaron las obras al dicho cantero Domingo de Ibeaga y maese Domingo de Sarasola», que trabajaron durante varios años en la continuación
de las obras.

Encontramos una relación del año 1639 con las cantidades pagadas por sus trabajos 81 maestro cantero Martín de Galarza quien continuó en 18 construcción varios años más, aunque tampoco la concluyó. Se de deduce esto porque el año 1695, el Patrono, el Rector, Alcalde vecinos contratan al maestro cantero de Asteasu Pedro de Broiz y Zabala por escritura fechada el 20 de marzo en la que s lee hallándose la iglesia con notable indecencia respecto de no haberse continuado las obras empezadas, desean poner alguna perfección y continuar las obras…». Estas consistía en levantar las paredes hasta los tejados por las tres partes una con los estribos que estaban comenzados, tejados correspondientes, etc. Este trabajo llevaba un plazo de 16 años.

Beroiz empezó seguidamente a cumplir con su compromiso, pero tampoco pudo realizar sus buenos deseos, debido a que, por efecto de las aguas se abrieron las pilas tras internas y amenazaban ruina. Los vecinos veían con disgusto que las obras se retrasaban y que además no podrían responder de las cantidades necesarias para su abono, máxime viendo que nuevamente la ruina de las pilastras exigiría cuantiosos gastos en su reparación.

Entonces tuvieron una idea feliz; no había otra solución, para poder hacer frente a los gastos, que conseguir que la parte de los diezmos que se lleva el patrón seglar  “fuera secuestrada e ingresada” a favor de las obras de la Iglesia.

El real consejo, con fecha 16 de diciembre de 1704 dio la razón a la villa y de esta manera, con el producto de los diezmos y la renta que producía -50 pesos al año-, una fundación del capital Domingo de Carretera, muerto en Indias, se pudo hacer frente a los gastos.

El año 1706 encomendaron la prosecución de las obras a Alonso de Eizmendi, maestro cantero de Asteasu; pero otro maestro de la misma villa de Asteasu, Beroiz, rebajó sustanciosamente los ducados exigidos por Eyzmendi.

Por consiguiente se dio definitivamente la obra a Beroiz.

Al año siguiente ya tenía los estribos bien afianzados, según examen hecho por Martín dEl Andiazábal y Juan de Carrera. Las obras hechas hasta la fecha por Beroiz suponían 21.839 reales.

Nuevamente -la desgracia perseguía a los parroquianos de Amézqueta- se resintieron  se estribos obrados por un Ondarza, quien tuvo que devolver parte de los ducados cobrados, por considerarse que el fallo prevenían de obras mal efectuadas.

El «Maestro del Real Colegio y Santa Casa de Loiola» Martín de Zaldúa hizo, por orden de Patrono y parroquianos, un estudio completo y definitivo de as obras a rehacer y las que faltaban para la total hechura de la iglesia. A la vista de la larga exposición de este arquitecto minuciosamente detallada en su informe, se encomiendan las obras a Pedro de Beroiz y Zabala con un plazo de ocho años razón de 120 ducados anuales.
Beroiz I/ama en su ayuda a su hermano Juan y al cantero Alonso de Eyzmendi y aprovechando el parte las paredes construidas, levantó los estribos y paredes intermedias uniendo ambas partes entre sí, rematando las pare les con una sola cornisa corrida en toda su altura. Terminó en 1116. Las obras fueron examinadas por Juan Martínez de Zunzuneguí y Urquizu, quien puso algunos reparos, por lo que, según traza de Zaldúa, se debía rebajar el techo del presbiterio hasta el nivel de las paredes, etc. Estas obras se encomendaron a Alonso de Eyzmendí en la cantidad de 5.400 reales, que al fin, I al ser examinada su obra por el mismo Zunzunegui, ascendió en otros 3.000 reales, por haber sido necesario poner piezas nuevas en el tejado.

Aún se conservan en el suelo del templo y debidamente numeradas las «fuesas» o sepulturas, entre las que se hallan los nombres de varios rectores.

En el coro, un magnifico órgano construido por la casa Amezua y que costó cerca del medio millón de pesetas.

En el primer piso del coro se conservan gran cantidad de legajos que tratan de las participaciones en el monte Enirio y Aralar, querellas sobre aprovechamientos, etc. cuyo estudio sería, muy interesante.

La artística puerta de la entrada principal fue tallada por el artista local don Eladio Balerdi Sarallegui, para cuyo trabajo aprovechó el material de los viejos bancos de la Iglesia.